viernes, 19 de septiembre de 2014

Aguatón (Comunidad de Teruel)

Intento fallido
La altiplanicie sobre la que discurre la autovía de Teruel a Zaragoza luce en septiembre los tonos marrones propios tras la época de cosecha. En este tramo, la lengua de asfalto discurre prácticamente en línea recta, con las escapatorias justas para ir a los pueblos que quedaron pegados a la carretera vieja. De una de ellas se llega a Torrelacárcel y, desde aquí, una carretera secundaria parte perpendicularmente a la autovía y se adentra entre terrenos pardos en dirección a los campos de Visiedo.
Al poco, la monótona llanura se va fundiendo lentamente, imperceptiblemente, con el monte bajo y, casi sin darte cuenta, estás desplazándote entre montes y con un increíble barranco a tu lado. Cuando quieres ver con detenimiento esta impresionante falla holocena, una negra boca de túnel se abre ante ti y te traga, inmisericorde, como en algunas películas de viajeros en el tiempo, hasta que una luz al fondo se va acercando, cada vez más rápido, y acabamos siendo expulsados, arrojados a un mundo entre montañas con un pequeño pueblo en medio: Aguatón.
Atravesamos despacio el pueblo, casi de puntillas, y pasado el lavadero tomamos una pista en dirección a la ermita de la Virgen del Castillo. Había llovido últimamente, la pista se iba embarrando a la vez que difuminando, y acabamos en un campo, al lado de un corral, fuera de camino. El propósito del viaje era subir al Pico Palomera pero, lógicamente, los planes acababan de cambiar. Ni siquiera supimos llegar a la ermita. Media vuelta y al pueblo.
Esta pequeña localidad de apenas una veintena de habitantes y de los cuales no vimos a ninguno, se encuentra a una altitud de 1.225 m. por lo que los otoños deben ser frescos y los inviernos tirando a fríos, buenas condiciones para secar el jamón. La carretera que llega desde Torrelacárcel te deja en la amplia plaza, desde donde prácticamente se puede ver todo el pueblo: casas, merendero, iglesia parroquial…
La iglesia parroquial está consagrada a San Salvador. Barroca, es similar a otras muchas de los pueblos turolenses; pero en esta ocasión la iglesia guarda un secreto a la vista: en la parte lateral han acondicionado un precioso mirador plagado de plantas aromáticas, que ofrecen al visitante una delicia a la vista y al olfato.
Este bello rincón guarda, además, otro curioso secreto a la vista: en un supuesto antiguo acceso a la iglesia, ahora tabicado, está enterrada una persona a quien algún cronista/poeta le debía tener en gran aprecio, pues un breve epitafio cuenta quién fue el difunto, cuándo falleció, y cómo:

"(…) QUIETO Y PACIFICAMENTE 
HASTA LAS DOCE DURMIO 
Y A LAS 3 DE SU MAÑANA 
CADABER SE COMBIRTIO, 
EN ESTE PUEBLO HABITO (…)"

Y hasta aquí puedo escribir. Si queréis saber cómo acaba, acercaos a Aguatón.